martes, 25 de octubre de 2011

Durmiendo con la traicion

Sus manos se deslizaban con extremada suavidad sobre sus pechos, los vientres aglutinados de sudor, 
los gemidos viajando por los acaracolados tímpanos, la respiracion alternada, el pubis enervandose en 
electricidad, 
Allí yacía ella y el, enredados, como plantas carnívoras, devorándose, rastreando el éxtasis, salvajemente, 
entres follajes, perdidos en la dimensión de lo irracional.
Allí, como en la selva, en la noche, la fiera irrigada  de brutal  poder había marcado su territorio, la fiera 
 agazapa en la antesala de la destrucción entrecerraba sus implacables ojos, midiendo habilmente la 
embestida de sus pezuñas  .la leona ciega,  desposeída de su olfato, desvanecida en la confiada seda de su 
 cortejo, hundida en las profundidades del goce,  desembarcada de las delicias, ajena a la encrucijada, no 
percibía la muerte.
Y otra hembra  dominaba las tierras, el león en celo instintivamente servia  a su leona, pero su perturbada 
 hipnosis  acudía irrefrenablemente a los hedores del nuevo pelaje.
Estaban entre caníbales, la nueva alimaña desquiciada  merodeaba arrogante sobre el suelo de su victoria.
Y la leona desparramada en el sedimento  de su dolor, lamía con su áspera lengua sus heridas, los hilos de
 sangre se deslizaban por   las grietas rocosas  de su ultrajada  honradez., 
agonizando en su impotente turbación,  porque lo que  ella no sabia que estaba durmiendo con la traición

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