miércoles, 26 de octubre de 2011

Ecos que no volveran

Rosarito

Rosario,

        Que todos los días recorramos con     
        nuestras manos las cuentas de tu      
        rosario, acariciándolas como perlas     
        delicadas que adornan este collar       
        de luz.             
        Que todos los días cantemos este      
        mantra de fulgor con la fuerza            
        esplendorosa del sol, impregnando      
        el Universo de claridad.     
        Que todos los días nos emocione el    
        alma al escuchar la dulce melodía      
        que nace al trovar su poema.             
        Que todos los días  se refleje en el     
        cielo la corona de pasión al orar con    
        el calor del espíritu.           
        Que todos los días nos conmueva      
        el deseo de llevar este lazo de amor   
        como un grabado en nuestro corazón  
        Que todos los días bebamos de estas 
        palabras como un manantial de agua   
        pura.
        Que todos los días al rezarlo nos una  
        a la sinfonía de nuestra voz interior    
        para peregrinar fielmente por el sendero
        de nuestra propia esencia. 
        Y que todos los días el eco de las plegarias
        resuene como un llamador de ángeles
        en la cima de las altas cumbres de nuestro
        Ser. 

                               Carolina Piccinini

Hilos de plata

martes, 25 de octubre de 2011

Durmiendo con la traicion

Sus manos se deslizaban con extremada suavidad sobre sus pechos, los vientres aglutinados de sudor, 
los gemidos viajando por los acaracolados tímpanos, la respiracion alternada, el pubis enervandose en 
electricidad, 
Allí yacía ella y el, enredados, como plantas carnívoras, devorándose, rastreando el éxtasis, salvajemente, 
entres follajes, perdidos en la dimensión de lo irracional.
Allí, como en la selva, en la noche, la fiera irrigada  de brutal  poder había marcado su territorio, la fiera 
 agazapa en la antesala de la destrucción entrecerraba sus implacables ojos, midiendo habilmente la 
embestida de sus pezuñas  .la leona ciega,  desposeída de su olfato, desvanecida en la confiada seda de su 
 cortejo, hundida en las profundidades del goce,  desembarcada de las delicias, ajena a la encrucijada, no 
percibía la muerte.
Y otra hembra  dominaba las tierras, el león en celo instintivamente servia  a su leona, pero su perturbada 
 hipnosis  acudía irrefrenablemente a los hedores del nuevo pelaje.
Estaban entre caníbales, la nueva alimaña desquiciada  merodeaba arrogante sobre el suelo de su victoria.
Y la leona desparramada en el sedimento  de su dolor, lamía con su áspera lengua sus heridas, los hilos de
 sangre se deslizaban por   las grietas rocosas  de su ultrajada  honradez., 
agonizando en su impotente turbación,  porque lo que  ella no sabia que estaba durmiendo con la traición

Desnuda tu alma

DESNUDA TU ALMA




Llega aturdida, abarrotada de sentimientos y sensaciones. Quiere gritar y no puede. Quiere llorar y no puede. La impotencia la invade. Quiere cerrar sus ojos como un pesado telón para dar finalizada la función.
Se desliza sobre el diván, no se anima a acurrucarse, entonces inclina sus rodillas tímidamente insinuando volver al vientre de su madre. Esta temerosa. De espaldas, mirando a la pared, como en penitencia, victima de su propio castigo: “Ser ella  misma”.
Posa sus manos sobres sus oídos, casi tapándoselos, necesita escuchar, necesita ensordecer, necesita silenciar.
Percibe que se abre la puerta  y una voz calma, suave se interesa por ella. Es su guía que ilumina esa oscuridad aguda, que ilumina ese túnel profundo e interior que la cautiva.Y en ese vacío acaracolado, solemne, como sumergida dentro del agua, vuelve serenamente esa voz que le dice… Desnuda tu alma

Virgen de la Ternura


PURA TERNURA

Virgen de la Ternura,
Cobíjanos con tu manto de ternura
cuando sintamos desolación, como
las manos suaves de una madre que
acurruca a un hijo sobre su  pecho.
Cólmanos la vida de sueños para conquistar
al igual que el vuelo de los pájaros que
enlazan el mundo.
Sóplanos palabras dulces para expresar
lo que sentimos como la brisa esparce el
aroma de azahares.
Regálanos simpleza para contemplar la
naturaleza como la caricia cálida del
resplandor del sol sobre el océano.
Consérvanos la candidez de un niño
para no quebrantar el asombro.
Cúbrenos de humildad para cosechar sabiduría.
Invádenos el corazón de compasión para
saber perdonar y no refugiar rencores.
Imprégnanos con tu entrega para albergar el amor.
Inúndanos de pasión por todo lo que amamos.
Ilumínanos cada día con tu devoción.
Y para aquellos que yacen bajo las sombras
haz que descubran tu Ternura.
Cuando el alma se inunda de PURA TERNURA
rebalsa de luz interior para irradiar.
Amen.

                                        Carolina A. Piccinini

Lupita



 Volver la mirada

Nuestra Señora de Guadalupe

Enséñanos a volver a mirarnos, con esa mirada de luz.
Esa mirada que nos unió.
Esa mirada que nos hizo contemplarnos.
Esa mirada que existe aun transitando las noches más oscuras hasta la claridad más intensa
Esa mirada que nos hizo reconocernos distintos al resto, la primera vez que nos descubrimos.
Enséñanos a no abandonarnos.
Enséñanos a comunicarnos.
Enséñanos a trabajar la tierra de nuestros afectos, para que las raíces sean fuertes, se nutran y crezcan alto muy alto y así elevarnos.
Enséñanos a ser un par y no nos permitas la individualidad en la crisis.
Enséñanos a cultivar esa mirada en la emoción, en la risa, en la tristeza, con brillo en las pupilas...
Y si alguna vez las tinieblas nos envuelven y nuestros párpados caen y la mirada se pierde...
haz que tratemos de recobrar esa mirada que nos hizo especiales.
Esa mirada sincera, inocente y leal.
Esa mirada que se llama AMOR
El amor no muere, muere solo si nosotros queremos sepultarlo y muere cuando dejamos de mirarnos.

Asi sea

Carolina

Violeta

Cuerdas que enamoran

CUERDAS QUE ENAMORAN



Vieja y antigua ciudad, calles empedradas, angostas. Escenario de milenarios años de historia en sus construcciones en sus piedras.
Absorta en mis sentidos voy merodeando, a mi derecha solemne iglesia  gótica, perenne delante de mí. El rosetón, como un gran ojo ,me impulsa a pasar, siento escalofrío, subo las escalinatas, tengo la percepción que alguien me espera. Acomodo el escote de mi vestido blanco, provocativo para el sitio.
El silencio del lugar, sagrado, majestuoso le confiere  profundidad, esa profundidad de lo místico de lo arcano
Figuras religiosas, con mantos lánguidos, cabizbajos, hombros caídos, pupilas misericordiosas, rodillas semi flexionadas, brazos en postura de acobijo, de recibimiento. Parece que la melancolía, el sufrimiento, el despojo fueran símbolos de bondad, de espiritualismo y regocijo pleno.
Devotos que palpan las imágenes, en su creencia ferviente, implorando amparo, consuelo, a la espera del milagro divino y los observo  y los vislumbro endebles, frágiles.
Continuo mi recorrida, voy a hacia el altar, el seseo de las confesiones se hace oír.
En un costado, una puerta entreabierta, de aquel lugar sube una melodía sacra, envolvente, vuelvo a sentir un escalofrío, desciendo.
Una replica de la iglesia se encuentra allá abajo. El ensayo del coro esta por finalizar.
Me siento en el primer banco, esos reclinatorios de maderas que imperativos te inducen a arrodillarte.
La acústica me sensibiliza, me enamora, me hipnotiza.
Se empiezan a ir todos, enfundan sus instrumentos con parsimonia, se saludan.
Solo queda el y su violonchelo , pantalón negro, camisa blanca, una cadena gruesa de plata y de ella colgando una cruz, que se enreda entre el vello. Mirada altruista, rasgos fuertemente varoniles.
Quedamos mirándonos, nadie mas permanece en el templo, solo nuestra respiración. Me acerco, me toma de la mano, toco la madera rojiza, cálida de su instrumento, nunca nos dejamos de contemplar, me besa.
Su pecho contra el mío, me mimetizo, me fundo en su violonchelo, tomo su forma y me dejo acariciar, sus manos se deslizan fuerte y delicadamente por mi pelo largo negro que termina en la insinuación de mi cola como si este fueran cuerdas, su brazo realiza movimientos armónicos, ondulantes con su arco y los siento en mi espalda y emito sonidos que salen melosos por mis efes.
Estamos en un espacio inmaculado, el pecado nos intima, vamos al campanario, las formas ojivales se confunden con mi sexo, siento con la firmeza que me sostiene y comienzo a vibrar desde mi alma, y me despojo y en el instante culmine de la sinfonía,  el carillón arranca, las campanas invaden los alrededores, el brillo del crepúsculo penetra a través del vitraux y nos ilumina en la penumbra  y la bravura y la oscilación se pierden en el aire...
Escucho una voz remota
Señorita! Señorita! Abro mis ojos, adormecidos...el sacerdote me dice: “ es tarde, la iglesia esta cerrando” ....me incorporo, levanto mi cabeza....era su rostro

Pertenencias

Aroma manzana