Los invito a ingresar al laberinto del arte, un recorrido que les llene el alma con imagenes, colores, escritos, musica... Un laberinto que no tiene caminos falsos, que siempre los conduce hasta el centro del corazon, hacia la sensibilidad de tu ser, al que puedes andar una y mil veces como los senderos de la vida y que en cada viaje encuentres algo especial para llevarte consigo en este arte que he creado para vos. Carolina
lunes, 31 de octubre de 2011
miércoles, 26 de octubre de 2011
Rosarito
Rosario,
Que todos los días recorramos con
nuestras manos las cuentas de tu
rosario, acariciándolas como perlas
delicadas que adornan este collar
de luz.
Que todos los días cantemos este
mantra de fulgor con la fuerza
esplendorosa del sol, impregnando
el Universo de claridad.
Que todos los días nos emocione el
alma al escuchar la dulce melodía
que nace al trovar su poema.
Que todos los días se refleje en el
cielo la corona de pasión al orar con
el calor del espíritu.
Que todos los días nos conmueva
el deseo de llevar este lazo de amor
como un grabado en nuestro corazón
Que todos los días bebamos de estas
palabras como un manantial de agua
pura.
Que todos los días al rezarlo nos una
a la sinfonía de nuestra voz interior
para peregrinar fielmente por el sendero
de nuestra propia esencia.
Y que todos los días el eco de las plegarias
resuene como un llamador de ángeles
en la cima de las altas cumbres de nuestro
Ser.
martes, 25 de octubre de 2011
Lupita
Cuerdas que enamoran
CUERDAS QUE ENAMORAN
Vieja y antigua ciudad, calles empedradas, angostas. Escenario de milenarios años de historia en sus construcciones en sus piedras.
Absorta en mis sentidos voy merodeando, a mi derecha solemne iglesia gótica, perenne delante de mí. El rosetón, como un gran ojo ,me impulsa a pasar, siento escalofrío, subo las escalinatas, tengo la percepción que alguien me espera. Acomodo el escote de mi vestido blanco, provocativo para el sitio.
El silencio del lugar, sagrado, majestuoso le confiere profundidad, esa profundidad de lo místico de lo arcano
Figuras religiosas, con mantos lánguidos, cabizbajos, hombros caídos, pupilas misericordiosas, rodillas semi flexionadas, brazos en postura de acobijo, de recibimiento. Parece que la melancolía, el sufrimiento, el despojo fueran símbolos de bondad, de espiritualismo y regocijo pleno.
Devotos que palpan las imágenes, en su creencia ferviente, implorando amparo, consuelo, a la espera del milagro divino y los observo y los vislumbro endebles, frágiles.
Continuo mi recorrida, voy a hacia el altar, el seseo de las confesiones se hace oír.
En un costado, una puerta entreabierta, de aquel lugar sube una melodía sacra, envolvente, vuelvo a sentir un escalofrío, desciendo.
Una replica de la iglesia se encuentra allá abajo. El ensayo del coro esta por finalizar.
Me siento en el primer banco, esos reclinatorios de maderas que imperativos te inducen a arrodillarte.
La acústica me sensibiliza, me enamora, me hipnotiza.
Se empiezan a ir todos, enfundan sus instrumentos con parsimonia, se saludan.
Solo queda el y su violonchelo , pantalón negro, camisa blanca, una cadena gruesa de plata y de ella colgando una cruz, que se enreda entre el vello. Mirada altruista, rasgos fuertemente varoniles.
Quedamos mirándonos, nadie mas permanece en el templo, solo nuestra respiración. Me acerco, me toma de la mano, toco la madera rojiza, cálida de su instrumento, nunca nos dejamos de contemplar, me besa.
Su pecho contra el mío, me mimetizo, me fundo en su violonchelo, tomo su forma y me dejo acariciar, sus manos se deslizan fuerte y delicadamente por mi pelo largo negro que termina en la insinuación de mi cola como si este fueran cuerdas, su brazo realiza movimientos armónicos, ondulantes con su arco y los siento en mi espalda y emito sonidos que salen melosos por mis efes.
Estamos en un espacio inmaculado, el pecado nos intima, vamos al campanario, las formas ojivales se confunden con mi sexo, siento con la firmeza que me sostiene y comienzo a vibrar desde mi alma, y me despojo y en el instante culmine de la sinfonía, el carillón arranca, las campanas invaden los alrededores, el brillo del crepúsculo penetra a través del vitraux y nos ilumina en la penumbra y la bravura y la oscilación se pierden en el aire...
Escucho una voz remota
Señorita! Señorita! Abro mis ojos, adormecidos...el sacerdote me dice: “ es tarde, la iglesia esta cerrando” ....me incorporo, levanto mi cabeza....era su rostro
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